¿Una moto para todo?

¿Una moto para todo?

Hace años, décadas en realidad, allá por el 62, al genio que presidía la Federación Nacional de Motociclismo se le ocurrió la idea de obligar a los pilotos a que para poder sumar puntos en el campeonato nacional debían participar con la misma motocicleta en todas las modalidades que existían por aquel entonces (velocidad, regularidad y motocross), de manera que entre muchas cosas se vio una Vespa con llantas llenas de tachuelas e incluso una BMW R69 con sidecar participando en cada categoría. ¿Qué tal suena esa idea, brillante o más bien pifia monumental? Y décadas después aún existen muchas personas que parecieran querer escoger su moto con un concepto extremadamente similar.

Seamos claros, no hay absolutamente nada errado en querer “una moto para todo”, que sirva para moverse con soltura y seguridad en las calles de la ciudad, que devore curvas como si fuera una SBK, apta para excursiones por caminos destapados (acá habrá quienes no se sientan identificados), ojalá rápida y que obviamente sea súper cómoda para viajar solo o acompañado hasta dónde y cuándo se me antoje. Y por supuesto que además sea un espectáculo y se vea radiante en cada foto sin importar que tan chimbo pueda ser uno como fotógrafo. ¿Estaremos pidiendo mucho?

No creo que así sea, por una razón muy simple, pero antes de contemplarla, demos un vistazo a algunas opciones.

¿Qué tal una Trident por ejemplo, o una Scrambler? Cualquiera de las dos, son motos emocionantes, divertidas, ágiles, lindas al punto que no importa que tan petardo se pueda ser con la cámara del celular, siempre van a salir divinas y van a darle un toque muy “fashion” a la imagen que se tome. ¿Pero es la moto con la que aguanta un viaje de 400 o 600 km? Son muchos quienes se aventuran a hacer largos recorridos en motos de este estilo, válido si lo hiciste, pero si tomaste la decisión de hacer una tanda larga de kilómetros, para qué llegar a quejarse porque el golpe del viento en el casco te dejó un lumbago en la nuca que no se calma con ningún Dolorán, o porque vas a necesitar un trasplante de riñones dado que los tuyos caducaron a causa del poco recorrido de las suspensiones, o porque fue necesario parar más de una vez a organizar las maletas que se iban desajustando constantemente. Solo es ver las imágenes promocionales de estas motos (y prácticamente todas las de su estilo), para entender que las marcas que las producen, las fabrican para pasar rico, hacer recorridos no muy extensos, ligeros de equipamiento, con cascos que dejan ver la sonrisa de conductor y pasajero… podría decirse que este tipo de motos son la manifestación en dos ruedas de lo que es la ligereza de vivir (en el mejor sentido de la expresión).

Por otro lado, no sería errado pensar que todos estaremos de acuerdo en que un mastodonte de Harley Davidson no es la moto para hacer vueltas en las calles de cualquier ciudad en un día entre semana, o que irse hasta la Guajira en una scooter de 125cc puede sonar más a cumplir una penitencia que a un plan de vivir la moto, ¿cómo será ir de compras en una S1000RR, o querer darle la vuelta al mundo en una de estas máquinas, tan ridículo como entrar a una competencia de todo terreno en una Bóxer o cualquiera de este estilo? ¿Te parece buena idea una subir a una maxi trail grandota para darse una vuelta por un circuito de velocidad, a la par con Superbikes o streetfighters hechas para ir con el acelerador a fondo?

Inicialmente puede parecer ridículo contemplar el hacer uso de una moto para algo que no fue hecha, como en las situaciones que se exponen arriba, y sin embargo solo es buscar un poco en la superficie de internet para encontrar que a cada situación expuesta hay uno o más ejemplos que nos van a demostrar que sí, que hay alguien por ahí en alguna parte haciendo eso precisamente, recorriendo el mundo en una R1 o en una Pulsar 180, haciendo carreras de motocross en motos de calle o en una scooter, dando una vuelta a Nürburgring en una Desert X, haciendo una prueba de trepadas con una Harley Davidson, y así con cada ejemplo citado y con cualquier otro que se te ocurra, y es que en definitiva no es la moto la que (más allá de sus prestaciones o características) define su uso, sino la intención que le da su propietario por lo que la respuesta al título que encabeza este artículo es muy simple: cualquier moto, es la moto para todo.

Sin embargo, y he aquí el quid del asunto, el tema no es si la moto se usa o no para el propósito con el que fue desarrollada por el fabricante o para lo que se le pueda ocurrir a la imaginación más despepada, finalmente una vez se ha pagado por ella y se ha retirado de la vitrina, el cuidado y el provecho que se obtenga de la máquina depende exclusivamente de su propietario sin que la fábrica tenga nada que hacer, salvo negar una garantía en caso de probar que a la moto se le está dando un uso que se pueda considerar incorrecto. El verdadero aspecto a tener en cuenta es la mentalidad con la que se mueve la moto.

En un mundo ideal tendríamos una motocicleta para cada estado de ánimo o para cada tipo de salida, sin embargo muy pocas personas pueden darse el gusto de algo así, sobre todo si tenemos en cuenta las condiciones socio económicas de nuestro país, tal vez en Estados Unidos y varios países europeos sea más frecuente que en una casa haya una moto para viajar, otra para ir al circuito y una más para moverse en el día a día o para lo que se le antoje al fulano de turno, pero en la realidad que tenemos la mayoría, en la que una moto es la que debe servir para todas las actividades, la diferencia, como decimos, la hace la mentalidad de quien la conduce.

 Entonces todo se resume a que sin importar la moto que se tenga, lo que cuenta no es ni siquiera como se le saque provecho, sino tener claros los pros y contras que la máquina tenga para ofrecer en cada condición. Gracias a la experiencia acumulada durante años de estar probando motos para distintos medios especializados, y dado que en el lapso de una semana podía pasar de probar una Hero ECO 100 a una KTM RC8 (por poner un ejemplo), pude aprender que la clave para disfrutar de cualquier moto en cualquier circunstancia, radica en el ajuste mental que se haga antes de subirse a ella. Por ejemplo, hacer un recorrido de unos 500 kilómetros con la ECO 100 por carreteras de condiciones muy variadas implica llenarse de paciencia, pero a la vez es una oportunidad magistral para disfrutar del paisaje con calma y captar detalles imposibles de apreciar cuando se rueda a 100 o más kilómetros por hora, en tanto que rodar en una moto como la RC8, implica meterse enteramente en la película de lo que se está haciendo con la moto, todo pasa rápido, lo que cuenta es la adrenalina del momento, la inmediatez de lo que sucede en fracciones de segundo, mirar el paisaje es para los demás, y si te importa mucho ir cómodo… pues mejor ni te subas.

Se trata de entender que todas las motos tienen algo bueno y algo no tan para ofrecer, y que el verdadero éxito en aras de disfrutarla, sin importar si es una 100 o una 1000,  está en comprender  sus capacidades y limitaciones, ajustarse a ellas y sacarles el máximo partido, siendo así cualquier moto puede será la moto para todo, de no ser capaces de ajustarnos a las características de la máquina y pretender que se comporte, reaccione, responda, acelere, incline, etc, etc como lo que no es, lo único que va a conseguir es que no disfrutemos de ella, sea en la ciudad, en carretera o donde sea y ¿quién quiere eso?

 Escrito por: Daniel Velandia 

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