La parte final de la Travesía Ornioquía a continuación! Pueden leer aquí la parte 1 y la parte 2.
Día 6: Puerto Carreño
Empezamos el día desayunando en la calle, cerca al puerto. Nos encontramos con Élver, nuestro guía quien venía con una nevera de Icopor. Fuimos a un mercado para comprar las cosas que necesitaríamos en el día. En el mercado me llamó mucho la atención ver el cambio de Peso Colombiano a Bolívar, que estaba a unos 0,14 pesos Colombianos. Aún recuerdo que hace unos 20 años estaba a unos 17 pesos Colombianos. Increíble la devaluación de esta moneda. Bajamos al muelle y nos montamos a la lancha; una barca metálica con 5 sillas rimax, y arrancamos nuestra travesía por el río Orinoco. El río Orinoco es uno de los ríos más importantes de América del Sur que pasa mayormente por Venezuela. Es el cuarto río sudamericano más largo, es el tercer río más caudaloso del mundo, después del Amazonas y del Congo. La cuenca del Orinoco tiene una superficie de casi 989 000 km², de los que 643 480 km², es decir, el 65%, quedan en territorio venezolano y el 35 % restante en territorio colombiano. La inmensidad de este río solo se comprende al estar ahí navegando. A un lado Venezuela, al otro Colombia. En esta temporada es verano, y el caudal es bajo, razón por la cual no hay mucho trafico de barcos de carga, lo mas común son los “yates” que transportan la gente entre los diferentes puertos, y lanchas de pesca deportiva y recreativa.
El shemag fue extremadamente útil para protegerme de los elementos e incluso cuando tenía frío.
Unos 20 minutos después que zarpamos llegamos a la reserva natural Bojonawi, pero no pudimos adentrarnos en ella porque Discovery estaba grabando un programa ahí. Una lástima. Hablando con un señor que labora en la reserva me comenta que en época de invierno la lancha llega derecho hasta donde estábamos, unos 15 metros más alto de su caudal actual, ¡Increíble! Después de esta reserva continuamos a las “Piscinas”; unas rocas en la mitad del río que formaban piscinas naturales. Nos zambullimos y disfrutamos un rato de semejante maravilla natural. El recorrido era cada vez más asombroso, desde la vegetación, los animales, la tranquilidad y el aire que se respira. Todo era diferente a lo que estábamos acostumbrados.
Las piscinas naturales además de un espectáculo para los ojos son bastante divertidas y sirven para descansar del calor infernal que hace aquí.
Elver me cuenta que tiene más embarcaciones y que su fuente principal de ingresos es el turismo. Arma paseos como el que estábamos e incluso viajes de pesca con campamentos, comida y toda la juguetería que sus clientes le soliciten. Me han llamado bastante la atención los yates de Puerto Carreño a Puerto López que pueden costar $260.000 por persona y toma alrededor de 2 días de navegación. Luego de una larga vuelta por el río, llegamos a una finca turística llamada “Ventanas”, en mi marcha hacia la casa veo que en una cuerda están secando carne al sol, y tienen un queso también ahí colgado. Una señora nos recibe muy amable y nos cuenta que alquila habitaciones rústicas con cama, chinchorros en un kiosco o si quieres un espacio para acampar. Así mismo ella tiene todas las instalaciones sanitarias, servicio de teléfono y te puede preparar la comida. La señora nos saca unas deliciosas tajadas de queso. Yo veo un frasco con ají a lo que digo «Seño, y que hay pa´ hecharle a ese ají» , a lo que ella se va a la cocina y vuelve con un pocillo de un delicioso consomé. La mezcla perfecta, la comida en esta parte del paseo ha mejorado bastante. De la nada, conversando con la señora, pregunta quién es el “baquiano”. Me quedo perplejo ya que nunca había escuchado esta palabra. Juan B responde que es El Diablo.
Un paisaje como muy pocos que he visto en mi vida.
Baqueano o baquiano es un término americano utilizado para designar a una persona conocedora de los caminos y atajos de un terreno, sus características físicas y el idioma y costumbres de su población, a la que habitualmente pertenece. Por extensión se aplica a cualquiera que resulta particularmente hábil y experto para una tarea. A la hora de irnos intentamos pagarle a la señora, a lo que ella dice que nada, y se rehúsa a recibir dinero, diciendo que sería un insulto para ella recibirlo. Damos las gracias y partimos rumbo a la lancha.
¡Mija ponga a hervir el agua que hoy tocó sancocho!
En la siguiente parada, esta vez en la tierra del suegro de Élver, nos espera un suculento almuerzo. La amabilidad de la gente en esta zona es impresionante. Élver nos presenta a sus suegros, quienes empiezan a hacer preguntas como de dónde venimos y en qué. Les contamos nuestra historia y les parece una locura el trecho que hicimos en las motocicletas solo para disfrutar de un día libre en su tierra. Empieza el desfile de platos, una suculenta tajada de bagre sancochado, arroz, patacón, ensalada y papa cocinada. No habíamos terminado y llegan unos envueltos de papel aluminio con un pescado llamado “Palometa”. Nunca lo había visto ni mucho menos escuchado mencionar, tenia un sabor muy diferente, pero muy bueno. El festín de comida nos dejó noqueados, así que sigue la siesta. El suegro de Élver nos contó que colonizó lo que hoy en día es su tierra, que llevaba más de 30 anos viviendo allí y ya tenia documentos legales que lo hacían su propietario. Mientras el señor nos cuenta esta historia Élver le tira unas sobras a “Machete”, el perro de la finca. Este procedía a comer, con tan mala suerte para una gallina que se le acercó a sabotearle el trofeo y se ganó un mordisco que la despacho para el otro mundo. Todos nos quedamos perplejos porque era entre charro y trájico. La gallina quedo tiesa y patas arriba como si fuera una caricatura. “No se preocupen que la gallina esta en shock pero no muerta”. La gallina a los 5 minutos volvió del mas allá, revoloteó y le mandó su buen picotazo a Machete. Este sería el último que daría porque ahí si quedó frita y tiesa. “¡Mija ponga a hervir el agua que hoy tocó sancocho!” gritó el suegro de Élver. Pero no todo por acá está bien. La crisis Venezolana los tiene muy perjudicados, incluso él tuvo que dejar perder 20 toneladas de patilla que había sembrado porque gracias a la devaluación del Bolívar era más costoso sacar el producto a la venta que dejarlo perder. Así mismo nos cuenta el con una leve tristeza la época de la bonanza cuando el Bolívar era fuerte.
Nos fuimos turnando la siesta.
Ya estamos cansado y le pedimos el favor a nuestro guía que nos lleve de regreso al hotel. Donde nos dispusimos a preparar las motos para el regreso, de nuevo a lubricar cadenas, revisar y lavar filtros de aire y reparar cualquier otra “cosita” que estuviera suelta o mala. A dormir que mañana nos espera una larga jornada.
Día 7: Puerto Carreño La Primavera
Madrugamos a salir del hotel para ir a desayunar. Localizamos los sitios de tanqueo, y llegamos a la conclusión que nos íbamos a saltar uno si y uno no, para acortar el tempo del viaje, ya que en el último tramo habíamos logrado casi 150 km. de autonomía. El clima estaba de nuestro lado, ya que amaneció el día oscuro y muy cerrado, e incluso lloviznó un poco. Volvimos a los mismos paraderos donde la gente ya esperaba nuestro regreso, donde nos preguntaban por nuestro compañero caído.
¡Hora de volver a casa! ¡Adios Puerto Carreño!
Faltaban unos 40 km. para llegar a La Primavera y en una zanja de huella de llanta de camión perdí el control de mi moto. Empecé a brincar de lado a lado de la zanja, y escuché un fuerte ruido. Ya no iba en la moto. Iba rodando sobre el casco, un fuerte golpe y de pronto todo se detuvo. Cuando volví en mí, descubrí que tenía la moto encima. Me empecé a arrastrar tratando de quitarme la moto con mi pie izquierdo. Unos 3 metros después, hice un pequeño chequeo de extremidades, aparentemente nada quebrado; solo un fuerte dolor en el pie derecho. Me arrastré otro poco para salir de la zanja y me quité el casco. No veía a mis compañeros. Vi la Garmin Virb arrancada con el adhesivo a unos 5 metros de donde estaba yo. La revisé y además del mugre, estaba bien. “¡Hermano eso se vio muy feo, que caida te metiste!” me dijo Horacio quien llegó al poco tiempo. Me estaba ayudando a incorporarme cuando asenté el pie derecho el dolor me tiró de nuevo al piso. Ouch. El dolor en la pierna se estaba volviendo más evidente y realmente no tenía claro que me había pasado. Simplemente no lo podía apoyar. Cuando El Diablo llegó y junto a Horacio pararon la moto y empezamos a pensar que íbamos a hacer. Era claro que mi viaje en moto había terminado, que debía llegar lo más pronto posible a La Primavera para despachar la moto a Puerto López para que la pudiéramos subir en los carros de regreso a Medellín.
Los pocos kilómetros de pavimento en las afueras de Puerto Carreño.
Sacar la moto de ahí era complicado y pensé en pedirle a mis compañeros que fueran a buscar una camioneta para arrimar la moto al pueblo. Dado la distancia pensé que sería muy demorado y realmente no quería esperar ahí. La decisión fue “Ayúdenme a montarme en a la moto”. La verdad era esta, no tenía como apoyar el pie derecho, y la parte que falta era un destapado muy malo con la ya mencionada arena suelta. La decisión estaba tomada y acabaría los 40 km en mi condición actual. Cada salto, bache y piedra me aporreaba el pie ya que lo llevaba colgado. Cansado y adolorido, sobretodo el pie izquierdo y de las manos ya que me tocaba soportar todo el peso del cuerpo, buscaba como recorrer cada kilómetro sin lastimarme más. Uno de los baches fue tan doloroso, que opté por meter un brinco y montarme en la parte trasera de la silla, casi en el equipaje, donde quedé mucho más cómodo. Así terminé el recorrido hasta el hospital.
Cada piedra en el camino me lastimaba, haciendo del regreso los 40 km. más largos de la historia.
Ya era viejo conocido en el hospital, donde me atendieron de una y me dijeron lo mismo que a mi amigo, “Haga lo posible por irse para Villavicencio para que lo vean”. Me cortaron el pantalón para quitármelo al igual que el interior de SOP Biker, porque tenía la rodilla súper inflamada y no me salían. Me aplicaron una inyección para el dolor, me vendaron la pierna y me desearon buena suerte. Mientras tanto mis compañeros averiguaban el tiquete para Villavicencio, sin resultado. La investigación trajo malos resultados. No había tiquete aéreo para mí, y estaban cobrando un dineral por llevar la moto Puerto López. ¿Qué hacer? Me entraba el desespero. “¿Por qué no averigua en el yate?” Un señor le dijo a Juan B. Hizo toda la averiguación. “Mono el yate sale mañana a las 5 am, te recogen en un carro a las 4 pasadas en el hotel y llevan la moto en el techo del yate, hay que conseguir una llanta para acostarla. Eso te cuesta $90.000 tu pasaje y $140.000 el exceso de equipaje”. Accedí de inmediato. Juan B y Horacio se pusieron en la misión de conseguir la llanta y llevar la moto al embarcadero, y me fui con El Diablo para el hotel.
En el hotel me consiguieron un costal y ahí empaque la pechera, las botas, los knee braces, la ropa, y eso para servientrega. En el morral de mi sistema de hidratación Ogio empaqué los esenciales, cargador de celular, batería adicional, navaja cámaras y ropa para la travesía del día siguiente. Casualmente no quise mandar el casco en el paquete – siquiera – y Horacio me prestó una mochila para cargarlo. Un señor de un mototaxi me consiguió las muletas que al día de hoy aún me acompañan. Terminados los preparativos salimos a comer y por fin se acabó este día.
Día 8: La Primavera – Puerto Gaitán
La dormida estuvo terrible, entre el dolor, y la ansiedad no conciliaba el sueño, aparte de que tenía una sicosis que no iban a ir por mí o que me iba a dejar el famoso yate. A las 3:30 am ya estaba sentado y listo en el lobby con mi equipaje. A las 4:20 llegó la camioneta. Amaneció lloviendo, la trocha para ir al muelle era difícil, en cada brinco me lastimaba el pie y cada vez pensaba más “me jodí los ligamentos, me jodí los meniscos, me jodí la rodilla”, mi autodiagnóstico cambiaba dependiendo del dolor. Cuando llegamos al muelle estaba muy oscuro, me baje de la camioneta y muy amablemente me llevaron al yate. Vi la moto en el techo acostada descansando, y me dejaron sentar en la última silla para llevar la pierna estirada. El viaje en sí también fue pintoresco. Estaba un poco tenso porque cuando nos separamos del embarcadero el bote estaba muy pesado para un lado y los motores no encendían, aparte de que no paraba de llover. Finalmente arrancamos y todo sin problemas. Me envolví la cabeza con el shemagh y me dormí un rato haber si descansaba un poco. Desperté cuando estábamos llegando a otro puerto donde me tocó compartir mi silla con otros 2 pasajeros ¡mi pierna! En el bote hacía frío, afortunadamente me había llevado un buso e iba de pantalón. El viaje fue muy suave y a las 10:30 am estábamos en Puerto Gaitán. De ahí había que subir por una playa hasta el pavimento, así que pedí el favor de que alguien me subiera la moto. Se peleaban por manejar la KLX250 Épica – jajajaja – una vez la moto tocó pavimento fui a un café que había en la esquina a tomar algo y a buscar cómo llevar la moto a Puerto López que estaba a unos 100 kms.
Cansado pero no derrotado en el yate, mientras que la épica iba en el techo.
El café donde entré era el centro de transporte. Allí llegaban los buses, colectivos y demás transportes. Averiguando un señor me dijo que me llevaba la moto por $800.000, otro por $500.000. Mucha plata. Incluso uno me dijo que por $100.000 se iba manejándola. Finalmente mire el casco y me dije, “¡Siquiera lo traje, amarro esta muletas y me voy manejando hasta el hotel!” Corrí con tan buena suerte que mis compañeros habían quitado todo de la moto menos unos amarres que tenía pegados del manubrio. Los utilice para amarrar las muletas, le pedí a un señor que me ayudara a montar en la moto y arranqué. El camino fue relativamente fácil, solo tuve que entrar a tanquear una vez y aunque el pie me seguía doliendo y no era muy cómodo llevarlo colgando, fue mucho más fácil ahora en pavimento. Cuando vi el letrero de desvío a Los Japoneses sentí un alivio porque ya estaba llegando. Finalmente llegué al hotel y me senté en una asoleadora de la piscina a descansar y a esperar a mis compañeros.
Finalmente llegué al hotel donde las camionetas esperaban. Ya podría descansar de la moto y cuidar mi pierna mientras llegaba a Medellín para revisarla en el hospital.
Desde que salí de Puerto Carreño hasta llegar a Puerto López, el tacómetro de mi moto marcó 526 km. sin contar comprenden el trayecto que hice en el yate. Mis compañeros llegaron casi 2 horas después, almorzamos, nos cambiamos, montaron las motos a los remolques y arrancamos. Decidimos hacer nuestro retorno a Medellín lo más rápido posible, con mi pie estable, quería visitar un hospital cerca a mi casa. Así que rumbo a La Vega.
Día 9: La Vega – Medellín
El regreso fue sin complicaciones y de hecho la carretera estaba vacía, llegamos a Medellín a las 2:00 pm, dejamos las motos en MotoTest y ya para la casa. Mi prioridad era ir a la clínica. Allí me hicieron una radiografía y el diagnóstico de tibia fracturada sin desplazamiento. En el momento de terminar de escribir este relato llevo 11 días incapacitado de 30 iniciales dependiendo de la evolución de mi fractura. Me tengo que hacer chequeos periódicos a la espera de no tener novedades y que no me tengan que operar.
Algunos aprendizajes, es no escatimar en equipo de protección. El casco me salvó de cosas mucho peores, la pechera me protegió del rocazo de la Honda y el knee brace protegió mi rodilla lo suficiente para que no hubiera un desplazamiento de la fractura. Definitivamente de las carreras solo queda el cansancio y no vale la pena. Y finalmente las exploradoras nos salvaron una vez entrada la noche.
Qué llevar
- Desitin
- Poco equipaje
- Herramienta para desmontar el filtro de aire y bajar llantas
- Paletas para desmontar/montar llantas
- Sistema de hidratación
- GPS
- Comida
- Llave para los radios
- Navaja con seguro
Qué no llevar
El rotopax aparte de que le dañamos la nariz y nunca supimos quitar el seguro era muy incómodo, ya que tocaba bajar todo el equipaje para usarlos. No fue necesario y encontrar la gasolina no fue tan complicado, ya que con la autonomía de los 150 kilómetros realmente no era necesario, aunque depende de las motos que vayan en el recorrido.
Quiero aprovechar para dar un agradecimiento a Juan B, Horacio y a El Diablo, mejores compañeros no pude haber tenido en esta #TravesiaOrinoquia2015
¡Ansioso por aliviarme y volver a montar #EnMoto buscando nuevas aventuras para relatarles!