CAMINO A: SALENTO

CAMINO A: SALENTO

Salento: Un destino obligado para cualquier viajero en moto colombiano. Desde la carretera del café que conecta Pereira con Armenia hasta las curvas estrechas que te llevan al Valle del Cocora; la experiencia en moto en el eje cafetero siempre sorprende. Aprovechamos que terminamos el paseo por el desierto de la Tatacoa y de nuevo nos dirigíamos hacia Medellín para cruzar el Alto de la Línea, pasar un par de días en el eje cafetero y disfrutar de los diferentes pueblos que lo conforman. Visitamos nuevamente Salento y aquí nuestra experiencia.

CampingMonterocaNuestro lugar de hospedaje es fácil de encontrar y altamente recomendado.

Aprovechamos que teníamos todo el equipo de acampar con nosotros y optamos por quedarnos en el Camping Monteroca, en la entrada de Salento. El Camping Monteroca es comúnmente conocido por sus hospedajes exóticos, como el “refugio polar”, el “hippie Hilton” o la “tienda de campaña de safari” que ofrecen una experiencia similar a un hotel, pero en un entorno temático. Adicionalmente ofrecen el servicio de zona de camping. Grata nuestra sorpresa al descubrir lo bien organizado que está. Las zonas de camping están bien organizadas, empezando con un sentimiento de privacidad gracias a unas divisiones generadas con arbustos que delimitan donde acampan diferentes grupos. Las zonas comunes incluyen baños limpios, duchas con agua caliente, un comedor y cocina comunitaria. Además cuenta con lockers donde puedes guardar tus pertenencias bajo llave y todo por solo $15.000 por persona. Algunos servicios adicionales son la venta de comida y bebidas y también te organizan una linda fogata en la noche que mejora la experiencia y ayuda con el frío nocturno de Quindío. Nuestra única queja y causa de stress, es que no permiten reservas de las zonas de camping, por lo cual atienden a medida que los clientes van llegando. No sabemos si era algo por Semana Santa o si es una política permanente del hotel, en todo caso, no nos gustó.

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Aprovechen para parar en la «vaquita» y probar los postres más deliciosos en base de leche.

Una vez en Salento era hora de explorar los pequeños secretos que tiene escondido este pueblo. Una pasada por el parque principal para encontrarnos con los típicos jeeps, los puestos de venta de comida callejera y las artesanías. De ahí tomamos el camino hacia el mirador, la vía principal de Salento, atestada de turistas de todas partes del mundo, maravillados por los artistas callejeros, los puestos de artesanías, el viejo que toca el violonchelo por unos pesos en su sombrero, o el fotógrafo de familia que toma fotos vintage con su cámara de caja. Acabamos el camino y tomamos las escaleras del viacrucis – unas 200 escaleras – para llegar al mirador de Salento. Allí obtienen una vista parcial del Valle del Cocora. Muy bonito, sin embargo carece de su atractivo principal, la palma de cera valle del Cocora. De todas formas es un buen lugar para comerse una solterita o una oblea y tomarse un par de fotos.

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Las calles de Salento siempre están llenas de vida gracias al comercio y a la presencia permanente de turistas locales e internacionales.

Esta parte de la experiencia del pueblo se siente un poco falsa, el pueblo colonial lleno de tiendas para turistas donde reciben Visa, Mastercard y American Express y puedes comprar Redbull, sin embargo no le resta a la diversión. Es el inevitable destino de los lugares turísticos pero que también tiene ventajas como la seguridad adicional, la posibilidad de conocer personas de todo el mundo y que siempre hay algo para hacer.

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La vista del mirador del Valle del Cocora. En los próximos minutos tomaríamos la moto y adentrarnos en el.

Estamos en el eje cafetero colombiano y por deducción lógica podríamos creer que cualquier tienda de café nos presentará un producto más que bueno. “¿Entramos a este? ” digo, aunque Checho es rápido en corregirme señalándome un aviso que dice “Expreso $1.500”. “¿Cómo no dudar de una cafetería que escribe mal Espresso?”. Algo pedante pero cierto. Gracias a las herramientas sociales encontramos el mejor café que me he tomado en la vida. Abrimos Tripadvisor, buscamos “Café en Salento” y nos dejamos guiar por las reseñas.

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Buen servicio, excelente ambiente, magnífico café.

El Café Jesús Martín se encuentra ubicado a una cuadra del parque principal de Salento, en dirección opuesta al camino del viacrucis. Lo identificarás por su particular estatua de una viejita saliendo del balcón sosteniendo unas llaves. A primera vista es una cafetería normal de la zona, un ambiente agradable, sillas cómodas y buena música. Muy tourist friendly. Rápidamente estas percepciones iniciales serán sobrecogidas por un intenso y delicioso olor a café y por lo acogedor del lugar. Miramos la carta y un Espresso, un Latte y un Capuccino y una torta de zanahoria como postre y ya somos fanáticos convertidos. Que café TAN bueno. El Café Jesús Martín se convierte en una de las visitas obligadas de Salento y aunque no tengo las palabras para describir su sabor, si puedo recomendarles el lugar. Vayan.

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El valle ofrece curvas entretenidas, paisajes hermosos y múltiples lugares para tomarse la foto perfecta, eso sí, si te acuerdas de parar la diversión de trazar curvas perfectas con tu moto.

Siguiendo nuestro tour de la zona nos dirigimos por la carretera que baja por el valle del cocora. La carretera nos lleva hasta varios restaurantes y hospedajes, a unos 15 minutos en la moto. El paisaje lentamente abre espacio para la palma de cera del valle del Cocora. Hermosa. Verán la palma es el árbol nacional de Colombia, la Ceroxylon quindiuense, y el valle es el único lugar donde crece. Allí también vive una gran variedad de flora y fauna, aunque mucha de ella en peligro de extinción, pero protegida bajo el estatus de parque nacional natural como parte del Parque Nacional los Nevados. A lo largo de la ruta encontrarás como la palma se vuelve más y más predominante en el paisaje, al igual que notarás una disminución en la temperatura. La carretera está pavimentada hasta la zona de los restaurantes y hospedajes. De allí en adelante, en caso de querer adentrarse en el parque nacional de los nevados, la vía destapada esta en dudosas condiciones, al punto que los tours son a caballo. De todas formas no es mucho lo que puedas adelantar ya que es prohibido hacerlo en un vehículo a gasolina por ser un parque nacional natural protegido.

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Las Palmas del Cocora sirven unas de las mejores truchas de la zona, y un patacón inolvidable.

En pleno valle paramos en el restaurante hospedaje La Palma del Cocora, un establecido eco hotel que visito cuando estoy en la zona y nunca me ha defraudado. Este día particularmente fresco nos permitió almorzar al aire libre y disfrutar el paisaje en una de las mesas externas del restaurante. La especialidad de esta zona es la trucha servida con patacón crocante delgado. Nuestro plato recomendado es la Trucha a Finas Hierbas acompañado de una Limonada de Panela. Delicioso. De todas formas en caso de no querer pescado, opciones de carne también están disponibles.

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La Trucha en Finas Hierbas es mi plato preferido, sin embargo hay variaciones para todos los gustos.

Nuestro recorrido por el valle es seguido con una corta caminata por el valle, por el camino destapado caminando alrededor de las palmas y disfrutando la naturaleza. Una muy buena manera de terminar el tour por la zona y empezar a relajarnos antes de volver al campamento.

El día finaliza a la luz – y el calor – de una fogata y un chocolate caliente antes de acostarnos a dormir la última noche antes de volver a Medellín. Una buena noche de sueño en el frío de Quindío para contrastar el calor del desierto, y añorar una buena cama.

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El paseo por el eje cafetero tiene tantas matices como pueblos que lo conforman. Montenegro, Quimbaya y Salento se conectan por una serie de vías secundarias que son un placer absoluto en la moto y que recompensan la exploración. El Parque del Café, Panaca, Balsaje en el Río la Vieja, el Mariposario de Quindío y los tours a caballo son algunas de las actividades disponibles en la zona, así que para todos hay algo. Nuestro paseo había terminado y es hora de volver a casa, pero algo habíamos aprendido, y es que Salento nunca decepciona.

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